El amigo facha.

Todo el día incómodo en el trabajo y con tus amigos porque te reprimes. Porque no puedes decir lo que de verdad piensas. No vaya a ser que te echen de la manada. Así que haces de tripas corazón y tragas. Tragas con el tema LGTB. Con la inmigración ilegal (venga, que vengan todos los que quieran, incluso los menas delincuentes). Usas lenguaje inclusivo, aunque lo desprecias y te parece ridículo. Pero que bien quedas delante de la manada de borregos progres. Dices que eres ciudadano del mundo, pero te emocionas cuando vas a otro país y pasas por delante de la embajada de España y ves la bandera. Pero bromeas y haces chirigotas sobre el trapito rojo y amarillo. Vas también de feminista. Pero te mueres por ser padre y por encontrar una pareja, que como mínimo le llegue a tu madre a la altura de la suela de los zapatos. Con eso te conformas. Pero sigues fingiendo porque eres progre y es bueno serlo. Así que viva lo del «follamigos». De lo contrario te colgarán una etiqueta molesta y te echarán del corral. Además vas de ateo por la vida. Estás siempre dando caña a la Iglesia. Pero aún te emocionas cuando escuchas La Saeta de Serrat y tú y solamente tú sabes el por qué.

Pero no todo es malo. Tienes un amigo secreto. Ese que ves de pascuas a ramos. Ese que no piensa igual que tu Yo progre. Un tipo que habla sin pelos en la lengua. Sin lenguaje inclusivo. Que dice que las fronteras existen y que tienen que ser respetadas. Que la progresía y el capital no necesitan un estado pero el obrero sí. Que la democracia es un fraude para perpetuar el dominio de los poderosos sobre el pueblo. Que se necesitan niños para que el país siga existiendo y los ancianos puedan tener sus pensiones. Que los valores personales son necesarios y se cimentan en los 10 Mandamientos. Que el problema demográfico no se soluciona importando personas como si fueran cabezas de ganado. Que la solidaridad y la seguridad empiezan por los tuyos. Y esa pulsera que lleva… Como te mueres por ponerte una pulsera con los colores de España. Como te gustaría lucir tu bandera como él. Saberte parte de algo. Y haces chistes políticamente incorrectos. Y te ríes con él. Y dejas salir de ti a tu verdadero yo. Y vuelves a casa relajado tras unas cervezas con ese amigo, que es tu confesor y tu psicólogo. Y es que no hay nada como ser progre y tener ese amigo facha con el que te sientes verdaderamente LIBRE.