Hubo un Julio Anguita áspero con el electorado. En más de una ocasión llego a ser muy duro. Llegó a responsabilizar al electorado español de muchos de los males nacionales, obstinado siempre con votar lo que no debía. Llegó a decir que el electorado español era corresponsable de la corrupción del país porque «la primera vez pueden engañarte, pero la segunda eres cómplice». Y no se equivocaba. Por eso era tan valorado antes y por eso la gente no le votaba. Ahora ha cambiado su discurso para justificar su apoyo a Podemos. Él sabrá por qué. Desde luego ya no es mi rojo favorito. Pero no es ese el asunto que me ocupa hoy.
A los electores españoles les encantan los políticos que cuentan bien los chistes o que tienen las mejores ocurrencias. Les gusta sentirse mimados por el político de moda. Eso es lo que hace Pablo Iglesias. La gente es feliz cuando se les acaricia el lomo con propuestas imposibles. Por ejemplo, como cuando Carmena prometió crear una banca pública con el respaldo del Ayuntamiento de Madrid. Algo que es legalmente imposible, pero a la gente le dio lo mismo. La votaron en masa para meses después reconocer que no se iba a poder hacer.
Ahora Podemos convoca un referéndum entre sus bases para saber si apoyarían o no un pacto de legislatura con el PSOE, cuando ya han decidido desde la cúpula de ese partido que no lo van a hacer. No importa. Lo importante es aparecer en los medios como la fuerza más democrática y asamblearia del momento. En eso consiste la democracia liberal en España. En adular al electorado. En acariciarles el lomo. Como si hacer 1000 asambleas fuera a evitar que España tenga que hacer recortes por más de 8000 millones de euros. Que es lo que ha ordenado Bruselas y lo que se va a hacer. Porque si no se hace, pondrán a ese gobierno de rodillas con un ajuste aún más crudo, como ha sucedido en Grecia. Allí Syriza, el Podemos griego, ha hecho más recortes sociales que cualquier otro gobierno conservador o socialdemócrata. Pero todo lo ha edulcorado con asambleas y mucha muchísima democracia. Nunca los griegos han tenido tanta democracia liberal corriendo por sus venas. Y nunca como ahora los griegos han sido más esclavos de la usura internacional.
Syriza es el mayor fraude político de la Historia de Europa y Podemos va por esa senda. Pero no importa. Ya andan acariciando el lomo a sus votantes y al electorado español como se hace con los griegos. Más democracia, más consultar a la gente, prometer más derechos, más engañarles con palabrería liberal. Mientras no son capaces de aportar una solución coherente y efectiva a los problemas que tiene España. Empezando por decirnos que modelo productivo van a imponer en este país para dar trabajo a 5 millones de parados, como piensan pagar las pensiones, cuyo fondo se ha comido el gobierno del PP o como van a reducir la deuda nacional, que ya alcanza a día de hoy al 100% del PIB. No importa. Hay que hacer o decir lo que sea para llegar a la meta, que no es otra que llegar al poder. Y para eso lo único que saben es mentir y prometer más democracia, que es simplemente acariciar el lomo a los españoles.