IROS DE LA IGLESIA CATÓLICA.

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Decís que sois católicos. Bien. Decís que queréis poder dar el Cuerpo de Cristo a luteranos y otros protestantes. Queréis tener sacerdotisas, obispas y demás. Bien. También queréis que los divorciados y amancebados puedan comulgar. O sea, tomar el Cuerpo de Cristo. Porque para los católicos la Transubstanciación es un Dogma de Fe. Fantástico. Pedís poder bendecir en las parroquias las uniones de personas del mismo sexo. Genial. Queréis además que cualquier no cristiano pueda comulgar también porque hay que ser tolerantes con otras religiones. Perfecto todo que lo pedís.

¿Y que os lo impide?. Pero hacerlo. Si es muy sencillo. LARGAROS DE LA IGLESIA CATÓLICA APOSTÓLICA ROMANA. Crear la vuestra propia como una más de las 30.000 sectas derivadas de la herejía luterana. Y ya está. Repito, LARGAROS DE LA IGLESIA CATÓLICA, APOSTÓLICA Y ROMANA. Y dejar de vivir del dinero de los católicos y revoloteando alrededor de la Silla de Pedro.

Si yo en un momento de locura transitoria decidiera hacerme musulmán, tendría por ejemplo que dejar de comer cerdo. Y si quiero seguir comiendo jamón ibérico, no me hago musulmán. Parece que para algunos sacerdotes y obispos alemanes y de otras latitudes, existe un catolicismo a la carta. Esto sí me gusta y esto no me gusta. Me salgo pero dejo un pie dentro, por si acaso.

Y lo más doloroso es la actitud de Roma. La Roma que fue implacablemente dura contra Monseñor Lefebvre. La Roma que besa coranes. La Roma que permite que los laicos toquen el cuerpo sagrado de Cristo en la Comunión. La Roma que cambia a su antojo oraciones y ritos seculares. La Roma que exculpa a nuestros «hermanos mayores» de deicidio. La Roma que ve bien las uniones civiles de personas del mismo sexo. La misma Roma que cierra seminarios porque sus miembros quieren comulgar en la boca y de rodillas. ¡Vaya delito!. La Roma que entroniza en los altares y frente al Sagrario a la Pachamama. Esa misma Roma guarda silencio ante la abierta rebeldía de los curas y obispos alemanes y decide NO HACER NADA.

Bien, pues esa inacción es una grave falta de autoridad. Ese silencio hace cómplices al Obispo vestido de blanco y a todos sus cardenales de los sacrilegios en Alemania. Veremos a partir de ahora con que derecho van a imponer excomuniones u otras sanciones. Porque quien no defiende la Fe verdadera, carece de poder alguno en el seno de la Iglesia Romana. Tendrán los templos, los ornamentos y las vestimentas. Pero esa secta que se ha apoderado de la Iglesia y de la Silla de Pedro, poco más va a tener.

¿Qué podemos hacer los católicos?. Confiar en la Dios y en su Doctrina. Acudir a los Sacramentos como siempre. Pero eso sí. No obedeceremos a quien ha dado la espalda Cristo para arrimarse más al Mundo y a su Príncipe. Y por supuesto, apoyar económicamente a los buenos sacerdotes y a sus buenas parroquias, pero ni un céntimo a la Iglesia apóstata en la Declaración de la Renta. Si ya no creéis en nada, iros fuera de la Iglesia. Pero, repito, dejar de comer de los fieles.

¡VIVA CRISTO REY!

El desafío consumado, la «provocación» del Vaticano y el respeto a la liturgia