Monseñor Marcel Lefebvre sobre el Islam.

“Son vuestras mujeres, vuestras hijas, vuestros hijos…  quienes serán secuestrados (por los moros) y metidos en guettos, como ocurre en Casablanca o en Mequinez (Marruecos). Y ustedes no podrán rescatarles, porque ellos tendrán tantas morerías y mezquitas, que ni si quiera los policías osarán poner los pies en esos sitios. De seguir así, ¿qué será de Francia?. Esto ya ocurre en algunas ciudades de Inglaterra.

¡Pidan al gobierno que detenga ese Islam!. ¡Hagamos lo que siempre hemos hecho!. ¡Estas dos religiones no pueden convivir!. ¡Es imposible!. ¡Que se queden en sus países!. Si cada año tenemos millón y medio más de musulmanes en Francia, ¡ya veréis lo que pasará!. Un día en una mezquita un jefe dirá: ¡Matemos a los cristianos!. Ellos creen salvar su alma al matar cristianos, luego ¿por qué no irían a hacerlo?.”

(Obispo Marcel Lefebvre en 1989)

Revolución.

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No va a haber ninguna revolución popular en España. Ni se la ve ni se la espera. Decía hace unos días combatiente español contra el ISIS que los españoles nos habíamos vuelto una pandilla de eunucos. Y razón no le faltaba. Por eso no creo ya en revoluciones. Ni en España ni mucho menos en Europa. No veo a los españoles saliendo a las calles a jugarse su coche, su televisión y su móvil 5G por nada. De verdad, no esperéis revoluciones en España.
 
Pero sí creo en la reacción. Creo que todo individuo llega a un punto de reacción cuando se le pisa. Me refiero a la bota del enemigo literalmente sobre su cabeza. Me refiero a esa reacción que todo hombre tiene cuando le aprieta el hambre y soporta el hambre de su familia. Me refiero a esa rabia que impone la sed de justicia, cuando ante la falta de libertad absoluta se le pierde el miedo a la muerte. Esa reacción, esa chispa de cólera divina que Dios ha depositado en nuestras almas. Esa es la reacción que espero de mis compatriotas. La del desesperado que ya no puede perder más. Y esa reacción la vamos a ver, a sentir y a padecer en nuestra patria muy pronto. Será nuestra purga. Nuestra purificación. La dura penitencia por todos nuestros pecados. Y con la ayuda de Dios, VENCEREMOS.
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Notre Dame de Europa.

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«Estoy sano de cuerpo y de espíritu, y estoy lleno de amor hacia mi mujer y mis hijos. Quiero la vida y no espero nada más allá de ella, salvo la perpetuación de mi raza y de mi espíritu. Sin embargo, en el ocaso de esta vida, ante peligros ingentes que se alzan para mi patria francesa y europea, siento el deber de actuar hasta que aún tenga fuerzas para ello. Juzgo necesario sacrificarme para romper el letargo que nos agobia. Ofrezco lo que me queda de vida con intención de protesta y de fundación. Escojo un lugar altamente simbólico, la catedral Notre-Dame de París que respeto y admiro, esa catedral edificada por el genio de mis antepasados en sitios de culto más antiguos que recuerdan nuestros orígenes inmemoriales.

Cuando tantos hombres se hacen esclavos de su vida, mi gesto encarna una ética de la voluntad. Me doy la muerte con el fin de despertar las conciencias adormecidas. Me sublevo contra la fatalidad. Me sublevo contra los venenos del alma y contra los deseos individuales que, invadiéndolo todo, destruyen nuestros anclajes identitarios y especialmente la familia, base íntima de nuestra civilización multimilenaria. Al tiempo que defiendo la identidad de todos los pueblos en su propia patria, me sublevo también contra el crimen encaminado a remplazar nuestras poblaciones.

Como el discurso dominante no puede abandonar sus ambigüedades tóxicas, les corresponde a los europeos sacar las consecuencias que de ello se imponen. No poseyendo una religión identitaria a la cual amarrarnos, compartimos desde Homero una memoria propia, depósito de todos los valores en los cuales podremos volver a fundar nuestro futuro renacimiento rompiendo con la metafísica de lo ilimitado, origen nefasto de todas las derivas modernas.

Pido de antemano perdón a todos aquellos a quienes mi muerte causará dolor, y en primer lugar a mi mujer, a mis hijos y nietos, así como a mis amigos y fieles. Pero, una vez desvanecido el choque del dolor, estoy convencido de que unos y otros comprenderán el sentido de mi gesto y trascenderán, transformándolo en orgullo, su pesar. Deseo que éstos se concierten para durar. Encontrarán en mis escritos recientes la prefiguración y la explicación de mi gesto».

«Deseo que en el futuro, en el campanario de mi pueblo, como en el de nuestras catedrales, continúe escuchándose el sonido tranquilizador de las campanas. Pero deseo aún más que cambien las invocaciones escuchadas debajo de sus bóvedas. Deseo que cese de implorarse el perdón y la piedad para llamar al vigor, la dignidad y la energía».

Dominique Venner

 

Falange y Catolicismo.

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Queremos que el espíritu religioso, clave de los mejores arcos de nuestra historia, sea respetado y amparado como se merece, sin que por eso el Estado se inmiscuya en funciones que no le son propias ni comparta -como lo hacía, tal vez por otros intereses que los de la verdadera Religión- funciones que sí le corresponde realizar por sí mismo”(Discurso fundacional de Falange Española, 29-octubre1933).
Falange Española no puede considerar la vida como un mero juego de factores económicos. No acepta la interpretación materialista de la historia.
Lo espiritual ha sido y es el resorte decisivo en la vida de los hombres y de los pueblos.
Aspecto preeminente de lo espiritual es lo religioso. Ningún hombre puede dejar de formularse las eternas preguntas sobre la vida y la muerte, sobre la creación y el más allá.
A esas preguntas no se puede contestar con evasivas; hay que contestar con la afirmación o con la negación.
España contestó siempre con la afirmación católica.
La interpretación católica de la vida es, en primer lugar, la verdadera; pero es además, históricamente, la española.
Por su sentido de CATOLICIDAD, de UNIVERSALIDAD, ganó España al mar y a la barbarie continentes desconocidos. Los ganó para incorporar a quienes los habitaban a una empresa universal de salvación.
Así, pues, toda reconstrucción de España ha de tener un sentido católico.
Esto no quiere decir que vayan a renacer las persecuciones contra quienes no lo sean. Los tiempos de las persecuciones religiosas han pasado.
Tampoco quiere decir que el Estado vaya a asumir directamente funciones religiosas que correspondan a la Iglesia,
Ni menos que vaya a tolerar intromisiones o maquinaciones de la Iglesia, con daño posible para la dignidad del Estado o para la integridad nacional.
Quiere decir que el Estado nuevo se inspirará en el espíritu religioso católico tradicional en España y concordará con la Iglesia las consideraciones y el amparo que le son debidos” (Puntos Iniciales, 7-diciembre1933).
Nuestro Movimiento incorpora el sentido católico –de gloriosa tradición y predominante en España– a la reconstrucción nacional.
La Iglesia y el Estado concordarán sus facultades respectivas, sin que se admita intromisión o actividad alguna que menoscabe la dignidad del Estado o la integridad nacional”(Norma Programática, noviembre1934).
Curiosamente y a pesar de saber todas estas cosas, persiste desde ámbitos Tradicionalistas, afirmaciones particulares sobre no se que ateísmo e incluso anticristianismo falangista. Bueno, espero que las cosas hayan quedado ya lo suficientemente claras. Creo que dada la situación actual de España, sobran declaraciones cuyo único fin parece pretender crear más división entre patriotas.
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La Cruz de Iglesias.

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Hace unos días, ese diputado que se cree más listo que el resto de los mortales por haber sido profesor de universidad y que atiende al nombre de Pablo Iglesias Turrión, hacía una despectiva referencia a la Cruz de Borgoña y su significado. Sin duda se refería a cuando durante nuestra Cruzada de 1936 a 1939, los gudaris del PNV se entregaban cobardemente al Ejército Nacional, para evitar ser capturados y ejecutados en el acto por los Requetés carlistas. Aquella Cruz de Borgoña sobre paño blanco era la enseña del Carlismo, ciertamente.

Pero esa enseña no comenzó ni terminó en el movimiento carlista. Era mucho más antigua. La Cruz de Borgoña o de San Andrés eran las armas de Felipe El Hermoso. Esposo de Juana I de Castilla y que permanecieron como enseña de los ejércitos castellanos y más tarde de los Tercios Españoles. A nuestros soldados les gustaba combatir bajo esa Cruz santa, en la que había sido martirizado San Andrés. Se sentían protegidos y en verdad, bajo esa bandera católica, en sus diferentes formas, los ejércitos españoles fueron literalmente invencibles. De hecho se puede considerar bandera nacional española entre 1506 a 1843. Casi 3 siglos. Y aún lo es de algunas regiones y provincias hispanoamericanas y de muchos regimientos de lo que queda del Ejército Español.

Pero esa bandera es más aún. Fue la primera bandera de la Monarquía Hispánica restaurada por los Reyes Católicos en 1492. Esa Monarquía que unió a toda España hasta 1640 (independencia de Portugal) en una especie de confederación de pueblos, reinos, virreinatos de ultramar y señoríos, bajo la soberanía de un mismo rey, cuyo primer mandato era la defensa de la Fe Católica. Porque esa era la verdadera argamasa de aquella España. La Fe y el Rey. Luego cada territorio tenía sus propias leyes, lenguas, usos y costumbres. Todas diferentes pero todas españolas. Pero ante la amenaza de uno solo de ellos, el Rey y el resto de territorios acudían en su defensa. Por eso me extraña un poco el desprecio hacia esa bandera del señor Iglesias Turrión. Él, que tanto presume de ser federalista. Aunque ya sabemos cual es su federalismo. Apoyar a los separatistas en Navarra, Vasconia y Cataluña, mientras se niega a reconocer los derechos de la Región Castellana y de la Región Leonesa.

Aunque no ha de extrañarme tanto su desprecio por lo antes mencionado. El carácter católico de esa bandera española. Dado que este diputado no hace honor a su apellido y profesa un anticristianismo más que evidente, a la par que un profundo respeto por el Islam (por principio los progres aman todo lo que es contrario a Cristo). Y como a todo buen anticristiano, los símbolos de Cristo le repelen. Como a los vampiros.

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Pero me alegra ese odio y esa repulsión hacia esa bandera que tantos españoles amamos y defendemos. Dice el refrán castellano que «si no quieres caldo, toma dos tazas». Y eso es lo que le vamos a dar a este diputado, hijo de un militante de la banda terrorista FRAP. Dos tazas. A partir de ahora, cada vez que acuda a una movilización callejera, me va usted a ver con esa bandera. Por ser española, por honrar a Cristo con ella y por recordar a esos valientes carlistas que usted tanto ha despreciado y que dieron por Dios y por España lo mejor de sus vidas.

¡Viva Cristo Rey!

Dinero, demogresca y otros podemonios.

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Sinopsis de Dinero, demogresca y otros podemonios:

En Dinero, demogresca y otros podemonios, Juan Manuel de Prada arremete contra los nuevos tiranos que proclaman la ruptura con la tradición como liberación para el ser humano, convirtiendo a los pueblos en masas invertebradas y fácilmente manipulables. Amputados de sus raíces espirituales y entretenidos en goces plebeyos y egoístas, los pueblos se entregan a una demogresca destructiva que la partitocracia favorece para hacer más fuerte su alianza con el poder plutocrático.

Juan Manuel de Prada aborda en este libro algunas de las cuestiones más candentes de nuestro panorama político, desde el derrumbe institucional hasta el separatismo, desde la plaga de la corrupción hasta el ascenso fulgurante de Podemos. También indaga en las raíces de la crisis económica, que considera alentada por un Nuevo Orden Mundial sin otro dios que el Dinero. Y denuncia una crisis de civilización que, a la vez que promueve el laicismo en Occidente, convierte en un polvorín el mundo islámico. No olvida tampoco el autor abordar las candentes cuestiones de justicia social, ni desgranar las plurales estrategias de «abolición del hombre» con que los nuevos tiranos —siempre enmascarados de benefactores del género humano— destruyen los vínculos comunitarios y nos deshumanizan.

Sacerdote vs ateo.

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«A Dios se le pone una vela. Al Diablo un candelabro de siete brazos» (Juan Manuel de Prada)

Hay quien me dirá que ando un poco pesado con el tema espiritual. Cierto. Es así. También es así que de nada sirve tener un cañón sin pólvora o si ésta está mojada. Pues la Fe es nuestra munición, nuestra pólvora. Y la vamos a necesitar. Lo que se nos viene encima va a ser muy duro y muy traumático. Y solo los más fuertes de espíritu conseguirán superar ese trance amargo.

Cuando nuestros antepasados vieron a nuestra nación ocupada y derrotada, solo les quedó la Fe en la victoria final. La Fe en recuperar el trono de Don Rodrigo. Recordad que la Fe mueve montañas y que la nuestra comenzó avanzando desde Covadonga hasta Granada.

Disfrutad el vídeo porque es muy bueno.

Lo que hemos perdido.

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« YO PROMETO:

     No disminuir o cambiar nada de aquello que encontré conservado por mis probísimos antecesores y  no admitir  novedad alguna, sino conservar y venerar con fervor, como su verdadero discípulo y sucesor, con todas mis fuerzas y con todo empeño, todo aquello que me fue transmitido.

     De enmendar todo cuanto esté en contradicción con la disciplina canónica y de guardar los sagrados Canones y Constituciones Apostólicas de nuestros Pontífices, los cuales son mandamientos divinos y celestiales, (estando Yo) consciente de que deberé dar cuentas delante de (Tu) juicio divino de todo aquello que profeso; Yo que ocupo tu lugar por divina designación y  lo ejerzo como tu Vicario, asistido por tu intercesión. Si pretendiese actuar diversamente, o permitir que otros lo hagan, Tu no me serás propício en aquel dia tremendo del divino
juicio… (pp.43 e 31).

    Por tanto, sometemos al riguroso interdicto del anatema, si por ventura cualquiera, o nós mismos, u otro, tuviera la presunción de introducir alguna novedad en oposición a la Tradición Evangélica, o a la  integridad de la Fe y de la Religión, intentando mudar o disminuir cualquier cosa concerniente a la integridad de nuestra Fe, o consintiendo, a quien quiera que sea que pretenda hacerlo»

(del: «Liber Diurnus Romanorum
Pontificum», pp 54, 44, P.L. 1 a 5).

 

El juramento anterior fue escrito por el Papa San Agato el año 678 D.C, pero se  presume que tiene mucho más siglos de antigüedad. Fue hecho por todos los Pontífices Romanos, hasta Juan Paulo II.

Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo I lo quebrantaron. Juan Pablo II ni tan si quiera lo hizo.

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Catolicismo de Combate.

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“Demasiado extenso sería el referirles todo aquello que las historias cuentan de este famoso impostor (…) la religión de Mahoma consiste en una monstruosa mezcla de judaísmo, de paganismo y de cristianismo. Mahoma propagó su religión, no con milagros o con la persuasión de las palabras, sino más bien con la fuerza de las armas. Religión que, favoreciendo toda suerte de libertinaje, en poco tiempo convirtió a Mahoma en jefe de una tropa de bandoleros. Junto con éstos recorría los países de Oriente ganándose los pueblos, no con el darles a conocer la Verdad, no con milagros o profecías; sino como único argumento el levantar la espada sobre la cabeza de los vencidos gritando: o creer o morir”. (San Juan Bosco)

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